30.10.09

El paseo del Cantón


Un paseo articulado según las clases sociales





    ARCHIVO JUAN CANCELA
El paseo del cantón sufre un ensanche a partir de 1861, del cual en la imagen que vemos quedan reminiscencias. El llamado cantón de Velarde se articula según la clase social de los paseantes. Las señoras pasean bajo los soportales para cuidar la blancura de su tez, mientras que los caballeros importantes lo hacen entre este espacio y la fila de árboles más a la derecha. Entre las dos filas de árboles pasean los menestrales y hacia la alameda es el pueblo llano el que tiene su lugar de paseo. La foto muestra el proceso previo a la transformación, ya que los cerramientos de cantería y las estatuas que flanqueaban las entradas han desaparecido, ante la propuesta de ampliación del paseo, lo que ocasionaría un perjuicio para la instalación de puestos los días del mercado semanal. La reforma llevada a cabo en 1914 eliminaría el empedrado y una parte del arbolado.
© Juan Cancela

29.10.09

La Puerta de Santiago

1910
Una puerta a la medida del obispo

La puerta de Santiago de la muralla de Lugo, antes conocida como del Postigo, fue remodelada en 1759 por orden del obispo fray Francisco Izquierdo para facilitar el paso de su carroza hacia el palacio de verano, a orillas del río Miño. Presenta la particularidad de una hornacina con la figura de Santiago Matamoros y es la única del monumento que tiene ornamentación interior. El escudo del obispo y una cartela aún recuerdan la remodelación.

Las edificaciones adosadas a la Muralla fueron una realidad hasta que en el año 1972 la operación «Muralla limpia», auspiciada por el lucense Ramón Falcón, dejó libre de casas la parte exterior de este singular monumento. La vivienda adosada que se observa en la imagen sería una de las primeras en desaparecer, ya que en 1958 el Ayuntamiento de Lugo acordó un plan de expropiación, aunque al dilatarse en el tiempo, el derribo no pudo efectuarse hasta 1971.
Como vemos en la imagen, el vehículo agrícola por excelencia era el carro del país, cuya tracción era ejercida por vacas. Este polivalente vehículo servía para multitud de labores, entre ellas el transporte de troncos, que podían ser empleados en la construcción, formando con ellos las vigas. Un sonido peculiar de la época era el chirriar constante del eje y las voces del arriero, animando a los animales mientras realizaban el esfuerzo de acarrear grandes pesos.
© Juan Cancela